por PlaceboAzul
Cuán delicada y sutil es
la línea que divide un secreto de una confesión; un suspiro de un gemido, una
insinuación de un desliz, tu piel de la mía, tu aliento de mi cuello y tus
palabras de mis silencios. Lo nuestro, por prohibido, no tiene arreglo. Somos cualquier
rincón a media luz a la espera de ser habitado por nuestros cuerpos. Pero si
soy completamente honesta: yo vuelo con alas prestadas, sé muy poco de tu piel
y aún no te conozco las ganas.
Sin embargo tú has visto
los bordes de mis caderas, el color de mis senos, la humedad de mis labios, el
brillo de mis ojos y hasta conoces ese sonido, sí ese que hago cuando estoy por
explotar, mientras se me escapa tu nombre enredado en mi palpitar.
Pero es que yo no tengo
salvación, adorado mío. Me gusta todo lo tuyo hasta lo que aún no me
enseñas. Entonces yo te imagino amoldado a mi piel, tus dedos
entrelazados con los míos. También tengo fantasías con tus palabras. Quizá sea
porque adoro tu voz. Te sueño hablándome sucio, manchado de pasión; te siento
dejándome huellas, marcándome las entrañas.
Voy por la vida con los
ojos tapados y pájaros anidados en mi cabeza desde el día en el que dejé que me
sucedieras.

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