miércoles, 2 de octubre de 2013

Soneto al mal humor




El malhumor enfría la madrugada.
La mañana se acerca, presurosa,
para que el sol derrita esa modosa
manera de decir que somos nada


que usa la vida. Cae, cautivada,
el alba ante la lucha más añosa:
la del hombre con su alma pesarosa.
Sigue, entonces, la pasión enojada


hasta que el sol olvida al mediodía.
La noche no consigue mejor suerte.
El cansancio se adosa a la porfía


y la combinación hace más fuerte
a la iracundia. Quizás no haya alegría
para los que descreen de la muerte.